Foto :: Juan Pelegrín
Cuando alcanzaba Iván Fandiño la calle Alcalá, entre las apreturas de pasión, una niña se alzaba entre todos y conseguía tocar, dar la mano al torero de hierro de Orduña. La cámara de Juan Pelegrín captaba ese instante.
Era la mano de la paz. Su símbolo dibujado en el dorso. La mano de la paz, la paz del guerrero. Un instante. Pura magia.

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