Fotos :: Juan Pelegrín - Las Ventas
PARTES MÉDICOS DE DAVID MORA,
ANTONIO NAZARÉ Y JIMÉNEZ FORTES
Hace 50 años de aquel "te compro una casa o llevarás luto por mí" de El Cordobés. Hoy han caído David Mora, Jiménez Fortes y Antonio Nazaré
— Andrés Verdeguer (@verdeguer) Mayo 20, 2014
La verdad de la Fiesta se mostró en toda su crudeza, precipitándose desde el mismo momento en el que el toro --EL TORO-- se hizo presente en la duodécima tarde de San Isidro. La tragedia evidente, el miedo, los corazones en un puño, la carnes abiertas y tal aluvión de cornadas hicieron inmenso el dolor y acrecentaron al infinito toda admiración a la entrega verdadera del hombre al toro. Porque quien ama la Tauromaquia la ama desde el evidente reconocimiento de que el toreo es y seguirá siendo, emocionando, conmoviendo, doliendo y contagiándose mientras haya un toro bravo al que citar y corazones tan inmesos capaces de hacerlo con todas sus consecuencias.
Se fue David Mora a la incertidumbre de la porta gayola a citar al primero de El Ventorrillo. Y se vino sin apenas inercia. A punto de irse primero para luego venirse cruzado, ciñéndose, y voló la larga una décima de segundo demasiado tarde. No salió de su viaje el animal y a la altura del hígado arrolló a David Mora, que quedó tendido y cubierto por el capote. En eso la suerte no acompañó. Se quedó el toro y levantó a Mora de feísima manera. Perdiéndose los pitones por el pecho, por el cuello, volteándolo, pasándoselo de pitón a pitón e hiriéndole en el último zarpazo en el muslo, de donde rápidamente empezó a manar la sangre evidente. La sangre del hombre libre que se entrega al toro. Le había arrancado la femoral.
Estado de shock. Tremenda sacudida en Las Ventas. El de El Ventorrillo quedó en manos de Antonio Nazaré. Probón y cansino. Casi como salió. Díficil entregarse y confiarse con el animal. El ambiente se había cortado en el primer segundo. Por el izquierdo se los tragaba, pero nadie se lo acababa de creer. Dignidad en Nazaré. En la mente de todos estaban las imágenes de David Mora zarandeado frente a la misma puerta de chiqueros.
La segunda se la llevó Antonio Nazaré al abrochar con media un lucido quite por verónicas. Por el izquierdo salió de la apretada media el pitonazo a la rodilla, empalada, la voltereta, el giro. Y el crujir de los ligamentos. Con evidente cojera Nazaré pasaba a la enfermería donde ya estaban operando a David Mora cuando Jiménez Fortes se disponía a arrancar la faena de muleta.
En menos de una hora, tras dos toros ni más bravos ni más mansos ni más fieros ni con más peligro que otros, pero eso sí: dos toros; los tres matadores hacían cola en la enfermería y la corrida se suspendía. La cruda verdad de la Fiesta se había hecho más patente que nunca. Dolor y grandeza. Admiración y respeto.
Mucha fuerza a todos.
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