Terminaba así:
"Me siento pusilánime ante tanto comentarista vigoroso y seguro, siempre cargado de razón, experto en cada rama del conocimiento y certero en la detección de la imbecilidad, cuando no de la depravación moral, en quien piensa algo distinto.
La duda no capta audiencia. Los matices, tampoco. Y ahí estamos, gritando prejuicios desde una pantalla o desde un texto. No creo que los opinadores de prensa hagamos mucho bien a la sociedad, pero al menos la industria del espectáculo no ha de tener ninguna queja."
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