Ahí estaba Orson Welles viviendo un día de toros. Tal vez la Fira de Juliol ¿o era mayo, la previa del festejo de la Virgen del que nos privan este año 2015? Orson feliz con la gente del pueblo. Ahí no está ni Ordoñez ni Dominguín ni Rita ni el político de turno buscando la foto, como pasa ahora. Ahí hay un genio que ríe con todos como el que más, sentado a un metro de la paella, cuchara en mano. Por cierto, siempre me dieron un poco de pena los que comen paella con tenedor.
“Arriba los de la cuchara,
abajo los del tenedor,
que mueran todos los fascistas,
Visca el braç traballador”
Que cantaba Raimon en Punxa el temps.
Pocos genios hoy podrían deparar una estampa así. Ya lo escribimos: Calamaro podría. El propio Orson sentía una espacial atracción por el toro, la tauromaquia, su cultura y sus gentes. Un película se le quedó pendiente sobre la Fiesta y sus aficionados. Seguro que la tenía en la cabeza y bien vivida. Un breve documental de Albert Maysles en 1966 presenta el esbozo de lo que podría haber sido.
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