25 julio 2015
#ferialdejulio/ ten figuras para esto... ¡qué tostón!
Ten figuras para esto. Para que una corrida de Victoriano del Río, cómoda, de nota media alta se eche a perder entre dudas, probaturas, neotauromaquia y espadas romas. Así no. Salvo el sexto por bruto, aunque ni paró de moverse, y el desrazado y parado quinto, cuatro sacaron clase, profundidad y buen trazo. Incluso el sobrero cuarto con el hierro de Cortes. Pero de los detalles no pasó la cosa en un cartel de figuras cerrado a cal y canto al futuro. Pues eso: Ten figuras para esto. Qué tostón.
Visón, el primero, fue suavidad. Y una pintura de armonía en las formas. Negro de finos cabos y hondo. Desde que salió. Finito de Córdoba sacó del manojo de verónicas un olé con la media. El capote de Álvaro Oliver le mece el pitón derecho que da gusto. Los segundos que requieren pedir permiso y echarle una agüita a la muleta le vinieron de cine a Visón. En el inicio saca embestida encastada. Como siempre lo había hecho, humillando hasta el final. De bravo no se quería ir. Finito no se acompla. No lo liga. De uno en uno saca alguno bueno. Y se le escapa la liebre al Fino. También a espadas. Silencio tras aviso. Ovación para Visón.
Decorado no da el pego. Escualido de atrás. Las protestas van por ahí y porque de las patas anda acalambrado. Se lo piensa y prueba, pero cuando rompe aprieta de verdad. Con celo le arranca el capote al de La Puebla. Coctel de genio y casta. Pruebas de muleta. Por la derecha deja varios golpes de toreo y el toro demuestra la virtud de repetir por abajo. Tesón, pero nada fluye. Navajazo feo a espadas y más dudas. Palmas al toro. La sensación al arrastre es que algo se quedó en el tintero.
Un tijerilla con sordina. Cosas de Talavante. El burranco Manisero no se rompe con la imaginación de un Talvante que hace volar la capa. Todo se cuece a fuego lento. Manisero, algo alto de cruz, empieza a galopar. Se arranca al caballo en bella estampa. Los puyazos de Miguel Ángel Muñoz son medidos. Hay espectáculo bueno en varas. En banderillas Trujillo lo borda y acaba desmonterándose.
Talavante lo brinda al público y arranca de rodillas en el tercio. Ahí suceden los muletazos más hondos de una faena en la que la imaginación y la creatividad primaron sobre lo fundamental. Más nobleza que clase en Manisero. De rodillas varios por alto, un derechazo por abajo fue una pintura, un cambio de mano y el de pecho de remate. Y la plaza en pie.
Muletazos entre algodones. Al natural, pero mejor en redondo. Talavante pronto acorta distancias y se enreda con firmeza en muletazos en tirabuzones, cambios, circulares y demás con el público a favor de corriente. La espada le priva del triunfo.
Amoscado con el hierro de Cortes sustituye al inválido cuarto. La hechura es de vaca preñada. Hondo y suelto de carnes, de cuello poco desarrollado , estrecho y cómodamente acaramelado. Pero es otro que viene haciéndolo por abajo. Una trincherilla abrocha el incio de una faena en la que en ningún momento se echó la moneda. Muy al hilo siempre, sin ganar la acción jamás. Todo muy rectilíneo para tratar una embestida entregada y que se fue larga por ambas manos. Una pena. Con la espada se confirmó lo evidente: no había motivo para acartelar a Finito en julio. Bronca tras tres avisos a la absoluta falta de comprimiso Juan Serrano.
Desrazado y descompuesto, Vaporoso fue el punto negro. Buscó maderas, puso el hocico entre las manos y Morante se estrelló sin recursos.
Basto y abierto de cara. Bruto en el caballo y bruto al tomar todas las telas. A su favor, todo lo que se movió. Talavante a partir de ahí trazó una faena sin misterio. Sobre ambas manos, mucha ida y venida. Algo más profundo a izquierdas, por el derecho a puñetazos. Tan limpio todo como intrascendente. Buena estocada y petición. No había a lugar. El tostón se había consumado.
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