15 marzo 2010
feria de fallas 2010/ césar jiménez, fría puerta grande
15 de marzo de 2010, Plaza de toros de València. Feria de Fallas. Toros de Fuente Ymbro para César Jiménez, Matías Tejela y Luis Bolívar. Media plaza.
El frío que está haciendo en las Feria de Fallas ya se pasa de castaño oscuro. Aguantarlo a la intemperie del tendido casi tiene más importancia que pornerse delante de uno de los fuenteymbros, pero sin cruzarse ni una sola vez al pitón contrario. La consecución de la puerta grande de César Jiménez, fácil y generosa, no dio calor alguno. ¿Qué es lo que está pasando?
Será por el frío o porque a los fandigueros de ayer ya ni se les espera, la plaza está como agarrotada, y pasa la tarde en un insoportable silencio. Transcurrían las faenas y ni un miserable olé. Como mucho alguno aislado, más bien por lo bajini, muy tímido. Lo que sucedía en el ruedo quedaba aparentemente en la nada. Tarde extraña, luego, por ejemplo, la labor de César Jiménez se reconocía. Moría el toro y se ponían los pañuelos a flamear. Mientras, toreaba: el silencio. Metía la espada y una mayoría le pedían el trofeo.
¿El frío tal vez? La verdad es que la tarde no tuvo calor ni público. Media plaza justa en el día de la 'plantà' se antoja demasiado poco. Los de Fuente Ymbro se comportaron con una aburrida normalidad. En los límites de la fuerza y la casta, sólo con las suficientes para ir y venir. Por su parte, como ya se ha dicho, el toreo parecía pasar desapercibido. Sólo Jiménez logró cierto efecto en el cuarto, mediada la faena, tras descalzarse, encajarse de riñones y hacer lo mejor y más templado de la tarde. Muletazos en redondo y al natural, muy despaciosos, muy de uno en uno, pero a cual de todos más largos y profundos.
Su primero, bien presentado. Alto y hondo, sin acabar de humillar y en los límites de todo. César Jiménez toreó de capa inteligente. Fácil y dando espacio. Lo midió en varas y en la muleta buscó las distancias sin acople. De rodillas en los mismos medios el arranque toreando en redondo. Pierde el hilo, y toro y torero se vuelven a reencontrar al natural. Levanta el vuelo mediada la faena con la zurda manejada con temple, y tras complicarse la suerte suprema en el tercio, decide cuadrar en los medios para dejar una estocada. De repente, tras ni un miserable olé durante toda la faena, a Jiménez se le acaba pidiendo de forma mayoritaria el trofeo, que se le concede.
César Jiménez alargó sus trasteos en un empeño del que sacó su fruto: los consiguió mejorar y logró lo más lucido pasado el ecuador de sus faenas. Por eso la justificación de los avisos que escuchó en cada uno de sus toros antes de entrar a matar. Estuvo confiado, centrado, sabiendo en cada momento lo que quería, combinando su imagen más arrojada y también la más pura y templada. Al cuarto, tras hacerle el mejor toreo de la tarde, también lo mató de forma efectiva en los medios y recibió otro trofeo que le acababa de abrir una muy fría puerta grande.
Matías Tejela estuvo mal. Sin cruzar una sola vez la línea, al hilo siempre, toreando despegado, sin confianza, componiendo a toro pasado y llevándose algún pequeño susto por la mala colocación. Al regordío jabonero que le tocó en primer turno así, fuera de cacho, se lo hizo todo y mató de estocada caída. El compromiso de Tejela, el mismo que en su época de novillero cogió fama en València cuando se cruzó en su carrera el novillo 'Volante' de Fuente Ymbro, fue el mismo. Por eso, durante el desapegado trasteo escuchó algunos pitos que mostraban el desacuerdo con su quehacer.
Luis Bolívar dio la impresión de que se esforzaba un poco más, pero las cosas no acabaron de salirle. Es evidente que no está en su mejor momento. Ante el anovillado tercero --el má bajo de presencia del encierro-- porfió en exceso, coleccionó pases sin lucimiento y recibió un recado. En el sexto, brindó a la hija del doctor Aragón, quien le operó de la grave cornada que le infirió el toro de su alternativa en València en julio de 2004. Se esforzó de verdad, pero poco fue lo que acabó sacando en claro entre demasiados enganchones.
La tarde, la verdad, ya estaba imposible de fría. El toreo, que había tenido poca o ninguna repercusión, no lo iba a tener ahora. César Jiménez disfrutaría de su salida a hombros número 13 de la plaza de toros de València, sin duda la más fría de todas; y sólo quedaría el deseo de que para el día siguiente, el calor de las velas del 20 aniversario de Enrique Ponce como matador de toros se sientan de verdad. Porque algo hace falta.
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