Cayó Roca Rey del cartel tras recibir una cornada de novillero que viene abriéndose paso a dentelladas. Muchos venían por verle a él y lo mejor es que mucho fuimos los que, aun sabiendo que el peruano no actuaría, no dejamos perder la novillada.
La novillada de Juan Pedro Domecq (el primero con el hierro de Parladé) dejó mucho que desear. De bonancible carácter, faltó fondo, fuelle y raza para empujar y querer más, y sobre todo le faltó presencia y menos sospechas en los pitones.
A Álvaro Lorenzo y Ginés Marín no les quedó otra que subirse encima de sus novillos. Varea, por su parte, se estrelló contra un inválido que fue mantenido en el ruedo por incopentencia presidencial o intereses empresariales --sino no se entiende-- y buscó con todo y por todos los palos sumarse al carro del triunfo. Cuando más se acercó fue cuando fue más él. El Varea que sueña y se va tras las embestidas.
Van de sustos los arranques en esta Feria de Albacete. Si ayer fue el cornadón al piquero Marcial Rodríguez, hoy fue una tremenda paliza Álvaro Lorenzo en el saludo capotero. Al segundo lance, se le metía por dentro y lo arrollaba, lo lanzaba, lo levantaba y lo volvía a lanzar cual ovillo. Desde la primera raya hasta los medios. Una paliza de la que Lorenzo salió sin mirarse y echando capote y meciendo la verónica con su personal buen estilo. Muy despacio.
Cuando se acompasa a la embestida aquello sale perfecto. Otras monta el lance antes de tiempo y no lo mece tal cual. Hay veces que parece que, más que crear el lance desde el embroque, el toro lo encuentra ya hecho cuando llega a jurisdicción
La colocación de Álvaro Lorenzo también es de nota. Da los pechos y liga en un palmo. Muy entregado. Con los riñones asentados. Ese novillo, con la marca de Parladé, sería al final el más destacado de todo el lote. El de embestida más expresiva y enrazada. No claro. Una vez con todo y otras como si no fuese con él; los doblones de inicio, barriendo por abajo, fueron esenciales para que se viera el buen fondo ante la exigencia. Un cambio de mano rodilla en tierra de cartel.
Por la diestra mucho mando. Enorme la seguridad. El paso adelante. Muy hundida la mano. Emocionante la ligazón. Y además lo hace con gusto. Da el pecho y no pierde un ápice de encaje. Se recuesta por el izquierdo, pero le echa igual los vuelos. Pero el nivel de la destra no se alcanza. Estocada mejor de ejecución que de colocación. Oreja seria.
El castaño segundo es una pintura. Hechura perfecta. Con cuello estirado. Escaso poder y mucha la clase. A los toques se abre. Por chicuelinas el quite. Un regate en la primera enseña eso, las otras ya torean. Los ayudados de inició son una pintura. Hay dos por alto, otro por abajo que los firmaría el más clásico. Y luego la faena tiene un paréntesis... Hasta que al natural Marín encontró la tecla. Muy despacio, encajado y rematando en la cadera. Muy ajustado y vertical todo. Arrimón cabal, de motarse encima sin medio aspaviento. Estocada y oreja a una faena a más a la que no le hizo falta la música.
Del cuarto, la buena expresión al galope. Aunque embiste a su
altura. Inicio ya colocado para torear. Muy agarrado y tardo el novillo. Cada vez más. Pero más
agarrado todavía Álvaro Lorenzo. Arrollado. Su plena confianza en la mano diestra. Mucho poder hay ahí. Y otra vez la postura sincera. Entrontilado y suerte cargada. Arrolador y mejor estocada. Oreja que le abría la puerta grande.
Ginés Marín se sumó al carro del triunfo. Oficio resolutivo y apostura natural en pleno ataque encimista, porque no había otra frente a otro juampedro que no daba para más. Estocada caída. Faena inventada y oreja.
Si el inválido tercero fue imposible, a Varea no le quedó otra que salir a por todas con el sexto. Faroles y manojo de verónicas tremendas en el saludo. Echando el cuerpo muy hacia adelante, toreando con todo. El quite, arrebatador a la verónica. La media a pies juntos, de ensueño. Las rodillas otra vez al suelo. El juampedro, como casi todos, perdía las manos a la mínima. Hay un cambio de mano que remata el inicio. En reondo un par de tandas. Sí... pero no. El novillo no se contagia. La faena, a pinceladas. Del tercio a los adentros. La llave mágica no termina de aparecer y el conjunto no encuentra definición. La espada emborrona todo.
Álvaro Lorenzo y Ginés Marín se marchaban por la puerta grande. Roca Rey dice que se convertirá en matador de toros el próximo 19 de septiembre sí o sí. Eso será en Nimes. Hoy López Simón, a quien Marín le brindó un novillo, se estrena en Albacete. Pero eso ya lo veremos por la tele.
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